
Cuando las instituciones que deberían ser pilares de confianza, equidad y estabilidad colapsan, el impacto se extiende mucho más allá de sus estructuras, es un golpe directo a los valores colectivos, debilitando el respeto por la justicia, la transparencia y el orden que sostienen el progreso y la convivencia.
La institucionalidad fallece cuando los ideales que la fundaron son reemplazados por intereses individuales o de poder.
Su ausencia crea un terreno fértil para la incertidumbre, donde la desconfianza, el descontento y la polarización comienzan a arraigarse.
Dr. John Cruceta
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