Víctor Víctor

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Por José Luis Rivera Donawan

Defiendo y respeto con profuso afecto lo dicho y escrito por una persona a la hora o momento de morir. Máxime, si su autor es un artista o figura pública con ribete de fama nacional e internacional.

Esto lo traigo a cuento, precisamente por la muerte y deceso de nuestro cantautor Víctor Víctor. Para mí, un artista de un timbre de voz única. Un Poeta del canto popular. Un auténtico pulidor del contagioso ritmo bachata.

Vitico, como le llamaban sus amigos de confianza, será siempre recordado por muchas personas vetustas y por las venideras y futuras generaciones, cuando, oigan y escuchen bien sus canciones melodiosas. Sin interés alguno de restarle o quitarle calidad como bolerista, sonero y bachatero, o querer hacerle daño con mi observación. ¿Por qué querer hacerle daño si fue uno de mis artistas preferidos?

Creo –y esta es la razón principal de este artículo –, que también será recordado por lo que escribió en su cuenta de Twitter mucho antes de su deceso.  Y es que, lo trazado en su cuenta de Twitter está muy ajeno y apartado de las cosas de Dios, de lo divino, de lo celestial. No queremos decir con esto que Vitico era ateo.  Así que, leamos con mucha atención y sumo cuidado lo que escribió: “Muero todas las noches y resuci­to en las mañanas. Contra el poder por la paz es mi canto. No reconozco autoridad sobre mí a no ser la alegría y la libertad”.

Pienso y creo –y ya lo había dicho anteriormente, que quien esto escribe, fue un fiel amante de sus canciones, voz y trayectorias: mi primer artista preferido — que debió primero anteponer el nombre del “Señor Dios”, en su Twist.

Si yo hubiese sido él, hubiera escrito: Muero todas las noches y resucito en las mañanas gracias a mi Señor. Contra el poder por la paz es mi canto. No reconozco autoridad sobre mí, a no ser la alegría y la libertad de mi Señor (Dios).

 

El autor es CPA y periodista

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