Familiares y amigos dan el último adiós a Julio Tejera
Familiares, amigos y compañeros de trabajo le dieron el último adiós al periodista y corrector de estilo, Julio Francisco Tejera (Julito), cuyos restos fueron sepultados al mediodía de ayer en el cementerio de la avenida Máximo Gómez, durante una ceremonia en la que fueron resaltadas sus virtudes.
Las primeras palabras para exaltar a Julito fueron pronunciadas por su hija Ana Belén, quien, además de agradecer a los presentes por acompañar a la familia en ese momento de dolor, también describió las condiciones excepcionales de su padre.
Consciente de que Julito fue un hombre que supo perdonar y que vivió sin hacer daño a los demás, frente al ataúd de su padre Belén proclamó que “papá se fue con un gran perdón en su corazón”.
La noche del martes en que falleció, a los 74 años, Tejera reunió a sus familiares y les pidió que le dijeran qué querían para él. “Todos teníamos el mismo deseo, queríamos vida, queríamos que él se recuperara”, expresó entre sollozos su hija, al recordar esos últimos momentos de vida de su progenitor.
Su hijo, Julio Alberto, agradeció el trato que le dieron a Julito sus compañeros de Listín Diario, de la Cámara de Cuentas, y de otras instituciones donde laboró, al igual que sus vecinos y amigos.
“Este mundo es algo a lo cual venimos para aprender, aprender a cómo relacionarnos con los demás, porque a través de esas enseñanzas es que el Señor nos abre las puertas y sobre todo, si aquellos que buscan la justicia del Señor por esa conducta, yo estoy seguro que cuando mi padre vaya a ser juzgado se le dirá que está exonerado del juicio… pase”, manifestó Julio Alberto.
Yulisa Ceara, sobrina de Julito, leyó el editorial que le dedicó ayer LISTÍN DIARIO, el medio de comunicación donde Tejera laboró por 51 años, publicado con el título “Julito Tejera y el rostro de Dios”, en el cual se resalta su vida ejemplar y laboriosa. Las muestras de amor y admiración hacia Julito fueron profesadas no solo con palabras, sino también con aplausos y oraciones.
Su sobrino, Carlos Ceara, resaltó el buen estado de ánimo que permaneció siempre en Julito y la manera amable con que trataba, no solamente a sus hijos y parientes, sino también a todas las personas con las que departía. “De todo te inventabas un chiste, a todo le impregnabas tu buen humor para así alegrar el momento, convertías lo negativo en positivo, siempre con una frase de aliento para todo aquel que la necesitaba”, dijo.